martes, 10 de septiembre de 2013

¿DILIGENTE O PEREZOSO?
 
Las personas mas  ocupadas son las que a menudo reciben mayor cantidad de invitaciones a involucrarse en otras tareas o actividades, en cambio los que no tienen nada para hacer, rara vez son tenidos en cuenta. Como dice un conocido dicho popular, si quieres que algo se haga urgente, encárgaselo a la persona mas ocupada.
Jesús siempre llamó a personas que estaban trabajando, no a los ociosos. El les dijo: “Venid en pos de Mí… y dejando sus redes, lo siguieron” (Marcos 1:17,18). Dios te puede mover de un trabajo a otro. Él puede entrar en tu negocio y decirte al igual que a Juan: “Juan, voy a quitar tu barco y cancelar tu licencia de pesca”, o como sucedió con Mateo  “Sé que has estado ocupado recaudando impuestos, pero estoy dispuesto a cambiar tu tarea”. Jesús nunca llamó a alguien que estuviera sin hacer nada esperando una señal para moverse.
Hay personas cuya inactividad pretenden justificarla con un toque de misticismo, cuando en realidad simplemente se trata de pereza o temor a emprender algo nuevo.
Dios bendice el fruto de nuestras manos, el trabajo, el esfuerzo que dedicas cada día en tus tareas. Despiértate, sal del letargo y trabaja.  En el momento en que Dios creó a Adán, lo puso a trabajar en el jardín. ¿Por qué? Porque el trabajo y la productividad son esenciales para la autoestima; deberían ser una fuente de alegría para nosotros. Él mismo lo dice“…mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos” (Isaías 65:22).
Quizás te sientas inútil o consideres que te falta capacitación o que no tienes los talentos que otros tienen. Entonces piensas que sería en vano y que terminarías frustrado no logrando nada. ¿Te preguntas vale la pena a arriesgarme? Quiero recordarte que:  “El Señor enviará su bendición sobre… todo aquello en que pongas tu mano” (Deuteronomio 28:8). Ponte manos a la obra, descubrirás no solo tu capacidad sino algo mucho mas importante que es el propósito de tu vida.
Empieza a trabajar. ¡El Señor sabrá dónde encontrarte!
“Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre.” Juan 6:27
Asi como la cosecha le sigue a la siembra, así son las bendiciones para aquel que actúa y no solo se conforma con soñar despierto.
El alma del perezoso desea, y nada alcanza; Mas el alma de los diligentes será prosperada. Proverbios 13:4

sábado, 11 de mayo de 2013

¡CUIDADO CON TUS PALABRAS!

Proverbios 17:27 NTV. “El verdadero sabio emplea pocas palabras; la persona con entendimiento es serena.” Un grupo de niños había encontrado un simpático perrito quien de inmediato se ganó el cariño de ellos. Como todos se querían quedar con él, no sabían cómo decidir quién se lo llevaría. Uno de ellos dijo: “hagamos una competencia, corramos hasta el puente y quien gane se lo lleva”; otro niño propuso: “quien reúna la mayor cantidad de tapas de refresco que sea el ganador”; pero no lograban ponerse de acuerdo. Después de tanta discusión, uno de los niños tuvo una muy peculiar idea: “propongo que el niño que diga la mentira más grande, gane”; entonces todos los niños estuvieron de acuerdo y se pusieron a pensar. Detrás de ellos había un hombre, que había escuchado toda la conversación y en extremo sorprendido alzó su voz y comenzó a regañarles, diciendo: ¿cómo es posible que estén de acuerdo con esto?, la mentira es mala, ¿cómo se les ocurre?, y al final dijo: “Cuando yo era pequeño jamás dije una mentira”. Entonces el niño más pequeño, tomando entre sus brazos al perrito, se acercó al hombre y le dijo: Tome, usted se lo ha ganado en muy buena ley. Al igual que este varón, creo que muchos hemos quedado avergonzados por el afán de hablar demás, como afirma Proverbios 10:19 “Hablar demasiado conduce al pecado. Sé prudente y mantén la boca cerrada.” Todo exceso es malo. Las palabras que salen de nuestra boca muchas veces nos meten en problemas y también son las que perjudican más nuestras relaciones interpersonales. Dios nos ha dado a todos inteligencia y sabiduría, además de la capacidad de controlar lo que decimos, pero muchas veces damos rienda suelta a nuestras emociones, transformando una conversación en una ensalada de palabras. Seamos más responsables con lo que vamos a expresar, cuidando de no lastimar ni ofender a las personas a nuestro alrededor ni a nosotros mismos. Hagamos el cambio, sin importar lo que otros hagan, ya que Dios te pedirá cuentas de lo que tú hables y no de lo que digan los demás. Lo dice en Mateo 12:36-37 “Les digo lo siguiente: el día del juicio, tendrán que dar cuenta de toda palabra inútil que hayan dicho. Las palabras que digas te absolverán o te condenarán».