sábado, 11 de mayo de 2013

¡CUIDADO CON TUS PALABRAS!

Proverbios 17:27 NTV. “El verdadero sabio emplea pocas palabras; la persona con entendimiento es serena.” Un grupo de niños había encontrado un simpático perrito quien de inmediato se ganó el cariño de ellos. Como todos se querían quedar con él, no sabían cómo decidir quién se lo llevaría. Uno de ellos dijo: “hagamos una competencia, corramos hasta el puente y quien gane se lo lleva”; otro niño propuso: “quien reúna la mayor cantidad de tapas de refresco que sea el ganador”; pero no lograban ponerse de acuerdo. Después de tanta discusión, uno de los niños tuvo una muy peculiar idea: “propongo que el niño que diga la mentira más grande, gane”; entonces todos los niños estuvieron de acuerdo y se pusieron a pensar. Detrás de ellos había un hombre, que había escuchado toda la conversación y en extremo sorprendido alzó su voz y comenzó a regañarles, diciendo: ¿cómo es posible que estén de acuerdo con esto?, la mentira es mala, ¿cómo se les ocurre?, y al final dijo: “Cuando yo era pequeño jamás dije una mentira”. Entonces el niño más pequeño, tomando entre sus brazos al perrito, se acercó al hombre y le dijo: Tome, usted se lo ha ganado en muy buena ley. Al igual que este varón, creo que muchos hemos quedado avergonzados por el afán de hablar demás, como afirma Proverbios 10:19 “Hablar demasiado conduce al pecado. Sé prudente y mantén la boca cerrada.” Todo exceso es malo. Las palabras que salen de nuestra boca muchas veces nos meten en problemas y también son las que perjudican más nuestras relaciones interpersonales. Dios nos ha dado a todos inteligencia y sabiduría, además de la capacidad de controlar lo que decimos, pero muchas veces damos rienda suelta a nuestras emociones, transformando una conversación en una ensalada de palabras. Seamos más responsables con lo que vamos a expresar, cuidando de no lastimar ni ofender a las personas a nuestro alrededor ni a nosotros mismos. Hagamos el cambio, sin importar lo que otros hagan, ya que Dios te pedirá cuentas de lo que tú hables y no de lo que digan los demás. Lo dice en Mateo 12:36-37 “Les digo lo siguiente: el día del juicio, tendrán que dar cuenta de toda palabra inútil que hayan dicho. Las palabras que digas te absolverán o te condenarán».